La tendencia que marca el tribunal que encabeza Hugo Aguilar Ortiz es evidente, no importan las garantías que determina la Constitución sobre la imposibilidad de vulnerar el principio llamado “cosa juzgada” para dar certeza y evitar doble juzgamiento de un mismo asunto ya resuelto con sentencia firme. El propósito con la reforma al Poder Judicial además de destruir la autonomía en la impartición de justicia federal tiene un resorte igualmente grave, borrar decisiones definitivas de la que fue Suprema Corte.
La nueva integración de este órgano, considera que pueden hacer lo que les venga en gana bajo el falaz disfraz de la nulidad por lo que definan los togados desde su ideología pudiera ser un “fraude”.
En sesión sobre el tema escuché decir al presidente de esta Corte: “Quisiera lanzar una pregunta ¿Si hay cosa juzgada cuando se llega a la cosa juzgada mediante fraude, mediante contubernio, mediante acciones ilícitas. Creo que es una pregunta válida. ¿Podríamos decir: hay cosa juzgada?”
Con ese cuestionamiento enfiló sus expresiones cargadas de lugares comunes y sin argumentación jurídica para descalificar principios constitucionales indiscutibles. Este tribunal en permanente curva de aprendizaje se dirige al contexto más riesgoso que se pueda vislumbrar para aterrorizar la inversión y estabilidad de quienes generan empleos en México, eso sin mencionar los factores negativos que la tendencia mostrada producirá en las negociaciones de un nuevo acuerdo comercial con los Estados Unidos bajo las condiciones de Donald Trump. Es decir, se trata de una tormenta perfecta que socava la confianza que busca todo capital local o foráneo.
Cinco de los nueve ministros muestran su mayoría en el pleno para autorizar lo impensable, una figura que violenta abiertamente el Estado de Derecho con el pretexto de fabricar una nulidad de juicio concluido en temas mercantiles. ¿Y qué podría impedir que la irresponsable audacia de la Corte abra la posibilidad de desconocer sentencias firmes e inatacables en el ámbito civil o penal? Sin duda, un panorama tétrico para la certeza jurídica que ya es cosa del pasado.
En sesión el ministro Giovanni Figueroa, dio algunas muestras de coherencia. Alertó sobre la aberración que se plantea, “un pilar de la convivencia social es la cosa juzgada que representa el respeto a los fallos de los tribunales y la certeza. Permitir que la acción de la nulidad de juicio concluido se vuelva una regla, una generalidad y no lo que es, trastocaría el sistema de justicia”, dijo del lado de la minoría en la que también se encuentra Yasmín Esquivel, Arístides Guerrero y sorprendentemente Estela Ríos.
¿Bajo qué criterios determinaría el mayoriteo en la Corte los casos en que se declarará que hubo fraude procesal para entonces aplicar la revisión de asuntos ya sentenciados definitivamente? La respuesta es incierta, como lo es también el destino de los principios que ahora estorban para destruir la seguridad jurídica.
EDICTOS
El repentino cambio de timonel en la Fiscalía General de la República arroja una lectura clara en los círculos judiciales, Arturo Zaldívar ya no es parte del grupo más cercano al poder y deberá conformarse con la instalación de incondicionales en el Órgano de Administración Judicial. Por otro lado Julio Scherer Ibarra, ex Consejero Jurídico de la Presidencia celebra la salida de Gertz y se da baños de pureza que resultan ridículos e insultan la inteligencia que quienes documentaron los oscuros manoseos en su etapa de funcionario público.
