A Don Mariano Azuela le gustaba la vida y, entre otras cosas, le apasionaba el cine; en sus ratos libres (que no eran muchos) veía películas, reflexionaba sobre ellas, hacía círculos de estudio, nos obsequiaba videos y nos invitaba a meditar sobre las enseñanzas que dejaban; una película común adquiría muchos matices y se convertía en una lección.
En la película “Mejor imposible”, Jack Nicholson dijo a su coprotagonista una frase que a mis compañeros y a mí nos impactó: “tú haces que quiera ser una mejor persona”.
Le obsequiamos la película al Ministro y le comentamos que eso nos ocurría cuando convivíamos con él; terminábamos con el ánimo de ser mejores personas. Su ejemplo irradiaba.
Leímos con interés lo libros que nos obsequió (algunos difíciles, otros hermosamente profundos), vimos las películas que nos compartió, estudiamos sobre ética judicial y, sobre todo, tuvimos la fortuna de convivir de manera cercana con él, de escuchar sus historias llenas de enseñanza, su gran conocimiento, acompañado de buen humor y sencillez.
Fue un jefe firme, muy trabajador y responsable. Jamás lo vimos cansado o desinteresado por lo que hacía. Un hombre de disciplina, de entrega y de servicio.
El tiempo que laboré bajo sus órdenes fue de aprendizaje profundo, de grandes lecciones de vida que quedan en mi persona y que he procurado replicar, “porque estamos aquí para servir.”
No solo fue un jurista y funcionario público destacado, fue un ser humano lleno de cualidades y virtudes que cultivó con humildad.
Abrió el Poder Judicial Federal a la transparencia. Creó el Canal Judicial y, por vez primera, las sesiones del Pleno de la Corte se transmitieron en vivo. Fue un constante promotor de la ética judicial y quiso llevar su mensaje a todas las personas que ahí laboraban, desde el conserje hasta el magistrado.
Maestro hasta sus últimos días. El Ministro José de Jesus Gudiño platicaba que: “en México, la mitad de los abogados fueron alumnos de don Mariano Azuela; y a la otra mitad, nos hubiera gustado haber sido sus discípulos”.
Fue generoso con todos: sus amigos, alumnos y empleados. Nos hizo sentir importantes.
Como yo, muchas personas, están agradecidas por su paso en este mundo. Sembró buenas semillas, recogió buenos frutos, y deja un legado maravilloso.
Que sea esta nota una muestra mas de gratitud, porque existiendo “tanto tiempo y tanto espacio”, pude coincidir con él, un hombre extraordinario.