Un licenciado en derecho oaxaqueño y de origen indígena es un traje a la medida para fortalecer el populismo judicial e impulsar la narrativa que normaliza la extinción de la Corte que se va.
El resultado de la elección judicial ya está definido, las condiciones anticipan un proceso dominado por el desinterés ciudadano de la abrumadora mayoría y el acarreo que ya preparan desde diversos frentes gubernamentales, para darle votos a la lista que la 4T llevará a la cúpula del Poder Judicial que vendrá en septiembre.
La primera lectura de quienes resulten favorecidos en este desacreditado ejercicio nos mostrará si Claudia Sheinbaum tiene la fuerza suficiente para cortar la correa de mando con Andrés Manuel Lopez Obrador, que insiste en imponer a sus cuadros en todas las posiciones disponibles y más cuando se trata del resultado de una venganza que se decidió e impulso en el sexenio pasado. No cabe ser ingenuos para imaginar que quien más votos obtenga presidirá la Suprema Corte, estamos frente a una simulación que tiene como objeto tratar de legitimar la extinción de la división de poderes en México.
La decisión no será de los acarreados que marcarán boletas indescifrables con acordeones que cucharean su votación. Los 9 sitios del tribunal que asumirá funciones en lo que fue la Suprema Corte serán sentenciados desde el poder político, la pregunta es ¿El de AMLO o el de Sheinbaum? La Presidenta ya tiene a su favorito, quiere dar una sorpresa y mandar un mensaje, pero ¿la dejarán?
Se sabe en los rincones más indiscretos de Palacio Nacional que la mandataria pretende dar un golpe en la mesa y apoyar a un oaxaqueño de origen indígena para convertirlo en presidente de la Corte, se trata de Hugo Aguilar Ortiz de 52 años de edad, propuesto e incorporado a la boleta por el Poder Ejecutivo. Este perfil pareciera un traje a la medida para ese populismo judicial que distingue a la reforma del obradorato, no faltan quienes en el círculo que lo impulsa se pretende vender la imagen de un benemérito disfrazado de guinda para preservar esta narrativa embustera que utiliza circunstancias y personajes para justificar que el pueblo tomará el control de la justicia. Aclaro, no lo digo yo, lo dicen ellos.
No conozco a Aguilar Ortiz, no puedo más que reseñar datos de su trayectoria en la que no existe ninguna experiencia como impartidor de justicia. Nació en Villa Guadalupe Victoria, distrito de Tlaxiaco en Oaxaca y sus raíces son mixtecas. Estudió Derecho en la Universidad Autónoma Benito Juárez de su estado natal y realizó una maestría en Derecho Constitucional por esa misma institución, sin que hasta el momento haya obtenido ese grado académico. Fue subsecretario de derechos indígenas en el gobierno de Alejandro Murat en Oaxaca y posteriormente se desempeñó como coordinador general del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) en el gobierno de López Obrador.
Si la presidenta Shienbaum se impone a los más duros, Hugo Aguilar Ortiz será anunciado como presidente de la Corte para los próximos dos años. No cuestiono su perfil, pero si el entramado de atropellos para extinguir al Máximo Tribunal independiente del Ejecutivo a través de una elección marcada por las irregularidades y en consecuencia carente de credibilidad. Un licenciado en derecho de origen indígena y oaxaqueño es el contexto perfecto para normalizar la demagogia que determinará el futuro y de la que ya tuvimos una espeluznante muestra en las campañas de los aspirantes.
Ni Lenia Batres, Yasmín Esquivel o Loretta Ortiz serán presidentas de la Corte en el próximo bienio, si es que la decisión es ajena a los hilos operativos del mesías tropical que nos dicen las fuentes enteradas de su paradero, se refugia en Cuba. Las 3 tienen asegurado su sitial y sin temor a la equivocación agrego a María Estela Ríos, lo que deja sólo un espacio disponible para las otras 29 mujeres suspirantes a ponerse la toga en el tribunal del bienestar que pronto dejará de ser máximo y supremo.
También habría que dar por descontado que nos anunciarán tras el teatro electorero que Hugo Aguilar Ortiz será ministro, faltará ver si presidente de inicio en esta etapa. Esto significa que en el caso de los varones quedarían 3 puestos para los 31 candidatos contemplados en la boleta en este experimento que el diario británico Financial Times ha calificado como “kafkiano”.
Hemos dado un salto de 30 años hacia atrás para despedazar logros democráticos que nos permitieron tener de 1995 hasta ahora, un Poder Judicial ajeno al control de los presidentes en turno. Juzgadores de carrera serán reemplazados por candidatos elegidos por los autores del golpe, muchos abiertamente asociados a los intereses del régimen político e incluso a los del crimen organizado como ya se ha documentado ampliamente en los últimos meses.
Nada en la justicia mejorará, se viene la era del dominio absoluto de las componendas para las decisiones judiciales, el dinero y el influyentismo marcarán la pauta. Estamos en la víspera de un domingo negro para nuestra historia moderna, es peligroso e indignante.
EDICTOS
Sobre los acordeones para decirle a los acarreados por quienes votar, cabe decir que estamos frente a la normalización del fraude. Es de tal magnitud el engaño, que desde Palacio Nacional se ha reconocido que será necesario estudiar para saber a quienes favorecer, de ahí la necesidad de acordeones para dirigir a sus clientelas. México se convierte en un funesto precedente internacional para mostrar al mundo el caso de un régimen radicalmente populista que liquida la objetividad, profesionalismo y autonomía de sus juzgadores federales. Estamos en manos de una camarilla empoderada que no sabe perder, pero tampoco supo ganar porque además humilla a quienes no se arrodillan, basta con revisar los casos en que a cientos de jueces y magistrados que decidieron renunciar con dignidad, se les niegan los recursos que por ley les corresponden para su retiro.