Foto: Récord
Londres vivió una noche mágica en el Centre Court: Jannik Sinner, con apenas 23 años, venció a Carlos Alcaraz por 4-6, 6-4, 6-4, 6-4 y escribió su nombre en letras doradas y consiguió su membresía vitalicia en All England Lawn Tennis and Croquet Club, al ser el primer italiano que se corona en Wimbledon.
La final comenzó con fuerza: Alcaraz, el español dos veces campeón, deslumbró ganando el primer set y provocó una ovación gracias a un momento digno del show tenístico que nos regalaba. Pero ahí fue cuando Sinner demostró su hambre y sed de victoria.
El italiano, tras perder la primera manga, se reajustó mental y tácticamente. Y, desde el segundo set, su golpeo empezó a ser más preciso, sólido en los momentos clave y, con puño cerrado, celebró cada punto decisivo: “¡Let’s go!” retumbó en la pista. Además, supo mantener la calma en los momentos de alta presión, se notó que aprendió de su derrota en la arcilla contra el mismo “Carlitos”.
Sinner se pudo quitar la espina de lo ocurrido en Francia: vengó su derrota en la final de Roland Garros de hace apenas cinco semanas, además de romper una racha de cinco derrotas seguidas ante Alcaraz. Y lo hizo interrumpiendo la ambición del español de ganar tres títulos consecutivos en el césped británico.

Foto: (AP Photo/Kirsty Wigglesworth)
Esta “nueva” rivalidad, además, simboliza el cambio generacional. Fue la primera final de Grand Slam entre dos jugadores nacidos en los 2000 y también la primera final masculina sin ningún integrante del famoso “Big Four” desde 2002.
Y mientras Sinner alzaba el trofeo (entregado por la princesa de Gales), no solo celebraba un título: confirmaba su lugar en la élite del tenis mundial y en búsqueda de que su nombre sea sinónimo de grandeza sobre la hierba británica.
Hoy, Jannik Sinner no solo es campeón de Wimbledon; es el portador de una nueva era en el tenis, con temple, talento y una rivalidad épica que promete reescribir la historia del deporte.